LA ENTREVISTA DE PRECEPTUACIÓN.

“He robado el examen de mañana de química”.

Así, sin anestesia ni preámbulos, me contestó una preceptuada a la que saqué de clase para charlar un rato antes de los exámenes y le pregunté “¿Qué me cuentas hoy?”.

Casi me caigo del asiento. Puse cara de no-pasa-nada y le pregunté “¿y por qué me lo cuentas?”, me contestó que esperaba que yo la ayudara a salir del lio: toda la clase tenía el examen, todas sacarían 10 y todas suspenderían,… por su culpa.

La cuestión acabó bien: el examen se cambió, ella recibió la sanción correspondiente (servicios sociales al colegio durante su tiempo de recreo durante una temporada) y a la vez le felicité por su fortaleza y su sinceridad y hablamos de los beneficios que se habían reportado de ella.

Tuve la inmensa suerte de aprender a hacer preceptuación en un colegio que lo bordaba. Con la experiencia de muchos años y de muchas buenas profesionales se había concretado un método que daba unos resultados estupendos y que contribuía altamente a un ambiente de crecimiento personal y confianza entre todos los miembros de la comunidad educativa.

Hoy me gustaría regalaros lo que aprendí y describiros más o menos el proceso que seguíamos para las entrevistas de preceptuación de alumnas de 13 a 18 años.

Es cierto que precisamente en estos años el desarrollo emocional, biológico y hormonal, es bastante distinto en chicos que en chicas y eso genera bastantes diferencias al modo de afrontar los asuntos, pero el guión para las entrevistas puede ser útil en ambos casos.

Pero antes de explicaros el modelo de entrevistas quiero detenerme en explicar la figura del preceptor.

Un preceptor es un profesor con una formación específica1 para ejercer la tarea de acompañar, aconsejar y guiar, durante la vida escolar, a los alumnos que tienen encomendados en unión con sus padres a los que también asesora e informa de los logros personales de su hijo.

[1] La formación específica debe consistir en un conocimiento profundo 1. del ideario del centro, 2. de las fases del desarrollo afectivo de la persona, 3. de las técnicas de estudio y estrategias de aprendizaje. Debe tener 1.Una gran capacidad motivacional y de coaching, 2. Una enorme prudencia, 3. Fortaleza para exigir de acuerdo con las capacidades, circunstancias y momentos.

El preceptor es similar a la figura de un hermano mayor, que con mucha más experiencia que el tutorizado y generando confianza mutua, aconseja, exige y guía y sabe guardar secretos. Su objetivo es que cada alumno saque lo mejor de si,  acompañándole en sus retos, exigiéndole cuando es preciso y apoyándole. Personalizando la educación.

Para poder ejercer este papel, además de la formación previa, el preceptor debe hacerse cargo. Conocer a su preceptuado, sus circunstancias, su carácter, su situación familiar. Y para eso, además de la información académica que el preceptor debe recabar de sus profesores, lo más importante son las entrevistas periódicas personales.

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LAS PRIMERAS ENTREVISTAS

En estas es importante hacerse cargo. Hacer preguntas y escuchar mucho. En estas primeras entrevistas conviene cubrir 5 bloques de temas

  1. Su casa y su familia. La relación con sus padres. Su comportamiento en casa: encargos, estudio, orden y responsabilidad con sus cosas.
  2. Clases y profesores. Organización del estudio y tareas diarias. Dificultades. Qué le gusta más.
  3. Compañeros de clase. Amigos. Planes de fin de semana. Actividades deportivas y de tiempo libre. Lecturas.
  4. Metas personales y en qué campos. Sueños, gustos e ilusiones. Aspiraciones.
  5. Si el colegio incluye una formación espiritual es imprescindible cotejar su conocimiento de ese plan de formación y cómo se articula, la relación del alumno respecto a ese plan formativo y sus metas personales.

Con estos datos el preceptor puede hacerse una idea inicial de cuáles pueden ser las metas personales que puede plantear al preceptuado. Pero antes de tratarlas con él, debe tener una conversación de preceptuación con sus padres. No nos olvidemos que los colegios tenemos sólo una función delegada y que corresponde a los padres el papel educativo principal.

En esa entrevista con los padres el preceptor también escucha y se hace cargo de las metas de los padres para con su hijo. Este es el momento de impulsar, matizar, suavizar, acoger… Depende de cada situación y planteamiento.

En la entrevista con los padres no se habla del contenido de la entrevista con el preceptuado,  sino de las conclusiones que de ella, de la observación directa y de la información académica y personal recabada de otros profesores, se han sacado para ofrecerlas a los padres, cotejarlas con ellos y proponer metas comunes.

La conversación con los preceptuados es confidencial y sé pide permiso al preceptuado para comentar cosas que no sean del acervo común cuando sea preciso. Este punto es crucial para fomentar la confianza mutua.

Las metas que surgen de las conversaciones con los preceptuados se deben establecer de común acuerdo si queremos que se las proponga realmente.

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SEGUNDAS CONVERSACIONES

En posteriores conversaciones con el preceptuado es conveniente comenzar con un ¿qué me cuentas hoy? Y no dejar de revisar la meta establecida en la conversación anterior y fijar una nueva si es preciso.

Es muy positivo el resultado de esta pregunta: ¿Cómo te puedo ayudar yo a conseguir esa meta? A veces nos piden cosas como que hablemos de un asunto con sus padres, que les exijamos más, que les recordemos algo…, otras veces sirve para que ellos mismos se sientan espoleados a conseguirla.

El objetivo de la preceptuación se logra cuando la confianza entre preceptor y preceptuado es tal que se puede exigir en la justa medida, animar, reprender, alentar, felicitar, etc., con el fin de ir personalizando, ayudándolo a adecuar todos los aprendizajes que aparecen en el colegio a sus circunstancias y necesidades. Y eso se logra con el tiempo.

Por eso me encantan esos colegios en los que el preceptor se asigna al comenzar la etapa escolar y es el mismo durante toda la estancia del alumno en el colegio. Eso facilita mucho el conocimiento mutuo y además surgen unas relaciones de amistad entre el preceptor y la familia que facilita la comunicación.

Un preceptor de un alumno de los 13 a los 18 años, que ha vivido con él las distintas fases de la adolescencia, tiene capacidad de reconocerle debajo de los posibles altibajos producidos por los cambios hormonales y con su experiencia es capaz de ver más allá: de ver de lo que ese alumno es capaz sin la capa de adolescencia, y así, ayudar al alumno y a sus padres a vivir esa etapa con toda su potencialidad y sentido.
¿Dónde es el mejor lugar para tener estas conversaciones?

Mi experiencia me dice que el mejor lugar es en el jardín, en un pasillo, si es amplio, o en un sitio de paso ya que las conversaciones que se tienen, aunque son privadas, son distendidas. Además, al estar en un sitio de paso, las profesoras que te ven charlando con tu preceptuada se acercan a decirte algo amable de ella, o algo en lo que tiene que mejorar, siempre con un tono positivo y amable.

¿Cuándo se tienen estas conversaciones?

Cuando el preceptor tiene hora libre de clase y por tanto saca al alumno de una clase un rato, de mutuo acuerdo. Es decir, el preceptuado puede decir: no, ahora mejor no me saques, sácame en tal otro momento, si puedes.

¿Con qué frecuencia es conveniente mantener estas conversaciones con el preceptuado?

Para las edades entre 13 y 19 años la frecuencia adecuada es quincenal o cada tres semanas. Eso permite mantener un ritmo en las metas y un seguimiento adecuado. Con los padres basta con tener una reunión al trimestre.

 

Sé, por mi experiencia como consultora de colegios, que la preceptuación se hace de distinta manera en distintos lugares y que también habéis obtenido buenos resultados. ¡Compartidlos con nosotros y enviarnos un comentario a este post! Estaremos encantados de recibir vuestras aportaciones y experiencias sobre la preceptuación.

Elena Jiménez-Arellano Larrea

4 thoughts on “La educación personalizada II

  1. Muy buenas sugerencias sobre la preceptuación. Sólo una pequeña sugerencia para ganar en la cercanía con el preceptuado. Es el tener muchas preceptuaciones “informales”, breves, cortas, directas, en confidencia…preguntando por algo que le puede interesarle, algo que sabemos que le preocupa, una buena noticia deportiva…

    1. A mi me encantaba comer de vez en cuando con un grupo de dos o tres preceptuadas en el comedor del colegio. Allí hablábamos ¡de todo!

  2. Me encanta lo que has escrito sobre la preceptuación.
    Creo que el conseguir que una persona llegue a sincerarse en algo que sabe que no está bien, me parece que es haber conseguido la confianza total de la otra persona. Se ha mostrado tal cual es, no importándole lo que esa persona tan querida para ella pudiera pensar. Solo sabe que es la persona más indicada para ayudarla.
    Sin embargo me gustaría puntualizar las edades. A los 13, si bien es verdad que a los niños se les pueden considerar pequeños, también es verdad que ya tienen muchas virtudes y defectos adquiridos que cuesta bastante desarraigar. Por eso, creo que la preceptuación debe iniciarse desde el inicio de la etapa escolar.
    Como profesora de Educación Infantil, puedo decir que los alumnos que han iniciado la preceptuación desde tempranas edades, han aprendido a discriminar mejor a quién debían contar las cosas, en quién debían depositar la confianza.
    Como bien sabemos, y basándonos, entre otros autores, en las etapas de Piaget, la educación empieza desde el principio y la preceptuación también se beneficia de esa educación inicial.

    1. Estoy completamente de acuerdo con la idea de comenzar las preceptuaciones desde edades muy tempranas para que desde entonces se beneficien de todas sus ventajas y vayan aprendiendo a comunicarse, mostrarse y expresarse.
      Yo he tenido preceptuados desde que tenían 3 años hasta los 18 y espectacular ver sus progresos en otros campos más allá de los académicos. También para las familias es una maravilla la posibilidad de tener un mismo interlocutor siempre, que acaba conociendo a su hijo igual de bien que ellos.

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