Como el antiguo grito de ¡A mí la Guardia!, cada día es más frecuente oír: “¡A mí, que me motiven!”. También se escucha: “No hago tal, porque el profesor/padre/jefe no me motiva”. Pero yo repito una y otra vez: el verbo motivar sólo existe como acción interior: “estar motivado” y nunca como acción hacia el exterior: “motivar a alguien”.