CLASES PRESENCIALES Y ONLINE SIN MORIR EN EL INTENTO
Un sabio maestro hacía todos los días el camino de la sabiduría subiendo una escarpada montaña para trabajar la tierra en la zona alta. La subida era dura pero hacia la mitad de camino había una fuente.
El sabio ofrecía cada día su Dios el sacrificio de no beber de ese agua hasta llegar arriba. Su Dios le recompensaba siempre con una estrella brillante en el cielo. Una estrella brillante y claridad mental para resolver algún tema arduo.