Ya me voy dando cuenta que tener un blog es contar tu vida a capítulos. Y es que las mejores ideas salen de las vivencias personales. Hoy contaré algo que me pasó cuando asistía a clases en Harvard, una pequeña anécdota que supuso una de las mejores vivencias relacionadas con esos pequeños detalles que hacen de un profesor un buen profesor.
3 Secretos de los guiones de cine
Me encantan esas películas: Iron man, Batman, la guerra de las galaxias, el señor de los Anillos, Misión Imposible o La Jungla de Cristal. Siempre acaban bien. Siempre se logra el objetivo que al principio parecía imposible y, lo que es mejor, todos los personajes mejoran en el proceso: desarrollan virtudes: confianza, generosidad, amistad, aumentan el propio conocimiento, crecen en valor y al final de la aventura, se ha forjado más su personalidad.
¿Educación on-line o educación off-line?
Hace poco me explicaban con mucho detalle, en un colegio, los motivos por los cuales no se usaban ordenadores en las clases, ni tampoco se enseñaba a usarlos.
La segunda parte la entendí muy bien: los alumnos prácticamente saben más que el profesor de muchas cosas: hacen sus webs y blogs, se mueven con soltura por las redes sociales, manejan los programas de presentaciones como nadie, los editores de texto y las hojas de cálculo no tienen secretos para ellos. ¿Para qué invertir un tiempo en enseñarles algo que ya saben?
Si, otro blog… ¡pero pretendo ser muy interesante!
Me enganché a twitter por culpa de una amiga que me inició un verano. Comencé siguiendo a un grupo de gente que decía cosas muy interesantes, con algunos coincidía en el planteamiento y con otros no. Con estos últimos mantengo discusiones tuiteras fascinantes pues me obliga a reducir mi pensamiento a 140 caracteres. ¡Sintetizar! ¡Qué arte! Con los primeros, en cambio, aprendí a retuitear y llegué a escribir “para que pensar un tuit si retuiteando unos cuantos me siento como si lo hubiera pensado todo yo sola”.