Esta semana pasada hemos desayunado cada día con las noticias de la convocatoria de una ¡huelga de deberes!
Los padres dicen sentirse impotentes al ver cómo sus hijos de 10 años dedican 3 horas diarias a los deberes, como cada vez se ven más involucrados en esos deberes porque los profesores así se lo reclaman y sienten que con esa carga de deberes se “gestiona desde el colegio el tiempo de la familia”[1]
CUREMOS A LA EDUCACIÓN SIN TAPAR LOS SÍNTOMAS
Mientras tanto, los profesores señalan que con la huelga, «se está desautorizando a los profesores y dejándolos a los pies de los caballos», a la vez que se «maleduca a los alumnos». «El mensaje que se transmite al niño es que el padre manda más que el profesor y puede hacer lo que le dé la gana y que las órdenes son arbitrarias y pueden cumplirse o no. En su opinión, tras la cuestión de los deberes se esconde otro asunto: la sobreprotección de los padres». [2]
Y yo creo que esta crisis de los deberes es una faceta más de la enorme crisis educativa que tenemos en España. Son un síntoma más de que el paciente está muy enfermo: el sistema educativo está en quiebra y se va agrietando por diversas partes.
Estamos en un momento de inflexión grande en el campo de las profesiones, dicen los expertos[3] que en 10 años el 65% de los trabajadores lo estarán haciendo en trabajos que hoy ni pensamos que puedan existir.
El sistema educativo no debería, no puede, estar al margen de esto. Pero el hecho real es que el sistema educativo está ignorando el futuro. Los colegios, muchos y buenos, están dormidos sobre los laureles de la complacencia de “Nos va bien. ¿Para qué cambiar? Los indicadores PISA, los exámenes de la comunidad, todo señala que somos un buen colegio”
Si, les va bien, yo añadiría ¡de momento! Y añadiría una reflexión: ¿y a vuestros alumnos como les va a ir en su futuro? ¿Les estáis preparando para vivirlo de modo pleno y feliz?
En este vídeo se refleja la evolución del transporte, de las comunicaciones, del modo de obtener información,… mientras la escuela apenas ha evolucionado.
Cuando hablo de que hay que evolucionar, no hablo de introducir tecnología en las aulas.
Hablo de incorporar en cada clase todos los avances que se han hecho en el conocimiento sobre cómo aprendemos:
neurociencia, de lo que las empresas piden de los egresados de las universidades: competencias, de lo importante que es saber trabajar en equipo y tener inteligencia emocional: trabajo cooperativo e inteligencias múltiples.
Para explicar esta crisis generalizada del sistema educativo, para ir de los síntomas a las causas, bien nos puede servir desglosar el síntoma de la crisis de los deberes.
Para eso intentaré dar respuesta a una serie de preguntas ¿Qué uso tiene hoy en día esa cantidad de horas de trabajo en casa tras seis o siete horas de trabajo en el colegio? ¿Para qué sirven los deberes? ¿Cuál es su rendimiento en cuanto al aprendizaje? ¿Qué sentido pedagógico tienen? ¿Por qué causan tanto malestar a los padres?
Dicen los profesores: «Las tareas para casa están planificadas y programadas y permiten al alumno trabajar a solas consigo mismo en los contenidos que ha aprendido en clase. Son un refuerzo de los conocimientos y una forma de descubrir cuáles son sus lagunas o dificultades. Fomentan su autonomía personal y el esfuerzo y crean un hábito de trabajo».[4]
“Permiten al alumno trabajar a solas consigo mismo en los contenidos” ¿Refuerza esto la autonomía personal? ¿Permite esto un mejor aprendizaje?
Mi respuesta es: no.
Esas horas de trabajo en casa que requieren de los padres una expertisse que no tienen por qué tener y feedback inmediato por parte del profesor que por cuestión de tiempo este no puede dar, no pueden producir un mejor aprendizaje.
En cuanto a la autonomía personal ¿por qué la tiene que ejercitar en casa enfrentándose a una pila de trabajo? ¿No se debería trabajar mucho, mucho, mucho, en clase? ¿No se debería enseñar a los alumnos a ser autónomos primero en el aula? Pienso que también se debe trabajar mucho en casa (educar no es sino enseñar a ser autónomos), pero haciendo otro tipo de tareas que no son escolares.
Es muy interesante este vídeo de IKEA donde se plantea una contraposición entre deberes y cenas en familia y donde se ve a los padres precisamente haciendo una de las cosas que deberían hacer los profesores en sus clases: una enseñanza contextualizada. Pero a la vez es una de las cosas que los padres no pueden hacer: o por falta de tiempo o porque no es su competencia: los padres son padres y los profesores, profesores. ¡Qué obviedad!
Pero precisamente porque se han perdido los límites de esta obviedad estamos ahora donde estamos: los padres dan clases a sus hijos en casa, y los profesores en el colegio cuidan de los hijos de otros más horas de las que debieran.
Las razones de mi rotunda negativa hacia los deberes tal y como están planteados del modo “tradicional” los baso en la Taxonomía de Bloom.
Bloom explica en su “Taxonomía” que hay distintos objetivos en el proceso de aprendizaje, cada uno permite al estudiante obtener nuevas habilidades y conocimientos. En concreto, propone los 6 objetivos de la imagen, a los que agrupa en dos bloques: las actividades de orden superior y las de orden inferior.
Las actividades de orden superior en el aprendizaje: analizar, evaluar y crear, tienen un nivel de complejidad que los expertos proponen que sean las actividades que se hacen en clase contando con el profesor, mientras que las de orden inferior, más sencillas, son las que se pueden hacer de un modo más autónomo.
La propuesta -para evitar entre otros, los errores en los que hemos caído sobre los deberes- pasa por hacer un modelo de enseñanza que, con tecnología o sin ella, se parezca a una flipped classroom, donde las actividades de pensamiento de orden inferior se hacen en casa y las de orden superior se trabajan en clase bajo la experiencia y conocimientos del profesor.
Me explico. Un modelo flipped classroom trabaja, mediante vídeos que se ven en casa, las actividades de pensamiento de orden inferior de Bloom. Se hace un visionado previo del tema que se va a estudiar en la clase tomando notas mientras se ve el vídeo para que no sea “ver y olvidar”.
El vídeo se puede pausar, ver tantas veces como se desee, ver en cualquier momento. Las actividades de recordar conocimientos previos y entender se hacen en esos momentos.
Antes dije que esto se podía hacer sin tecnología. Es verdad, también se puede hacer cuando se les pide a los alumnos que lean el tema antes de ir a clase o investiguen sobre él.
Con tecnología o sin ella, al ir a clase con el tema “visto” o investigado, se están activando los conocimientos previos del estudiante, elemento muy poderoso en el andamiaje del aprendizaje[5] que hace que se aprenda de forma significativa[6] y a largo plazo.
Según este modelo es en clase cuando el alumno se enfrenta a las tareas de aprendizaje más complejas:
1. Se analiza con el profesor lo visto, se enriquecen puntos de vista, se explica lo no entendido (no necesariamente el profesor hace esta tarea, puede hacerlo algún otro estudiante o si se trabaja en equipo, de su propio equipo…), se aclaran puntos de vista.
2. Se practican ejercicios que se evalúan, haciéndose preguntas que cuestionen su conocimiento: esas preguntas no las realiza sólo el profesor, sino el propio alumno quien debe además justificar su postura o criterio: confronta sus resultados, los verifica y corrige si es preciso, pero en clase, obteniendo así un proceso de feedback inmediato.
3. Se crea: se elabora un producto, una evidencia de su aprendizaje, una aplicación práctica.
De esta manera, -y dando mucha autonomía a los alumnos que son los que aclaran dudas, co-evaluan y co-corrigen ejercicios, trabajando autónomamente en equipos- con este sencillo dar la vuelta a la clase (flipped classroom) se producen sustanciales mejoras al sistema actual:
1º Se acabarán los deberes de “hacer veinte sumas”, aburridos y sin feedback inmediato. Ahora hacen veinte y más sumas “jugando” en clase y reciben feedback inmediato de sus propios compañeros, mejora así su aprendizaje y motivación.
2º No necesitaremos más padres-profesores, sino que volveríamos a recuperar a los padres-padres.
3º Los profesores son felices dedicando su tiempo en clase a tareas mucho más gratificantes, intelectualmente más elevadas y motivantes.
4º Los alumnos van más felices al colegio y hacen “sus deberes” con mucho mayor gusto y motivación.
¿Quieres seguir enseñando como en el siglo XIX o te animas a curar al paciente y no los síntomas de la enfermedad de la educación? ¿Te animas a aplicar metodología del XXI?
Elena Jiménez-Arellano Larrea
[1] http://www.elmundo.es/sociedad/2016/11/05/581cfc5646163fb03b8b45eb.html
[2] Francisco García http://www.elmundo.es/sociedad/2016/11/05/581d038a46163fb46d8b45f8.html
[3] http://www.fundaciontelefonica.com/2016/10/26/educar-para-el-futuro-una-jornada-para-reflexionar-sobre-el-papel-de-la-educacion-en-el-empleo-juvenil/
[4] http://www.elmundo.es/sociedad/2016/11/05/581d038a46163fb46d8b45f8.html
[5] La teoría del andamiaje fue desarrollada por David Wood y Jerome Bruner, a partir del concepto de Zona de Desarrollo Próximo, de Lev Vygotsky
[6] El aprendizaje significativo es, según el teórico norteamericano David Ausubel, un tipo de aprendizaje en que un estudiante relaciona la información nueva con la que ya posee; reajustando y reconstruyendo ambas informaciones en este proceso.