EL TRAJE DE IRON MAN, NO HACE AL SUPER HÉROE

Me enteré hace poco que la librería del Congreso de los EEUU había decidido en 2008 preservar en el archivo de la nación la película “Terminator” porque refleja una cultura de ciencia ficción que no se puede perder y propone una tecnología que inspira a su desarrollo futuro: la realidad aumentada.

La realidad aumentada consiste en ver la realidad a través de un dispositivo que permite ver esa realidad y a la vez facilita información sobre ella: por ejemplo distancias a tal punto, fuerza del viento, temperatura, materiales de las construcciones que vemos, quién es el arquitecto,…

iron-man3En el caso de Iron Man, la realidad aumentada se la da su traje, que le proporciona toda esa información que a Tony Stark le sirve para actuar a nivel de super héroe.

Dentro de su traje Tony Stark se convierte en un súper hombre que puede volar, sumergirse y luchar como tres o cuatro dioses del Olimpo juntos, y además, le proporciona información sobre la distancia y fuerza del enemigo, de la munición disponible, puede contactar con sus colaboradores y organizar la batalla…

Muchos ingenieros han soñado con este mismo traje, recuerden este vídeo del estudiante de Georgia Tech (ver aquí). Ese traje es inspiración de futura tecnología, tanto, que la película “Iron Man” también merecería ser llevada a la librería del Congreso. Multitud han soñado con el traje, con construirlo y seguramente con llevarlo.

Y como suele suceder con los sueños de futuro que se hacen visión, esa tecnología se hará real, tal y cómo ya es real la tecnología de la realidad aumentada, tanto que posiblemente dentro de muy poco tendremos a nuestra disposición trajes de Iron Man o Iron Woman con diversos elementos de serie y otros a demanda.

…y todavía alguno o alguna pensará que se lo pone y ¡ya está! ¡Ya soy un súper héroe! O súper heroína.

Que noooo, que nooooo. Que el traje no hace al súper héroe.

¿Qué hace a Tony Starks ser Iron Man? ¿El traje?

Repasemos el guión de la película.

Tony Stark es un ingeniero multimillonario por herencia y porque ha realizado muchos inventos muy exitosos. Él mismo trabaja en el desarrollo de los proyectos. Es un ingeniero muy competente, con muchísimas competencias matemáticas, tecnológicas, científicas. Tiene una enorme competencia digital. Es también muy competente en la comunicación lingüística. Es innovador, inquieto. Con mucho sentido de iniciativa y un gran espíritu emprendedor.

Pongamos que alguien como yo, que sin pretender ser humilde no tengo ni un 10% de esas competencias, se mete dentro del traje de Iron Man queriendo ser Iron Woman.

Todo parece igual: he adquirido una figura imponente con capacidad de volar, con posibilidades de salvar a la humanidad y al presidente de los EEUU de una muerte segura….

Sólo que el ser que está dentro, yo, es casi por completo incompetente para hacer todas esas proezas. Incapaz de establecer una estrategia de lucha o de fuga, de valorar los daños que puede causar el enemigo para intentar minorarlos, ….

Aunque haya ido al curso de volar con el traje, aunque aprenda a manejar las armas… me falta algo.

Me falta ser Tony Stark, me faltan todas sus competencias, las que ha ido adquiriendo para ser precisamente Iron Man.

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La realidad aumentada sólo puede ser bien interpretada por una persona competente. Una persona que además de los conocimientos teóricos ha puesto en práctica -con muchas horas de vuelo- esos conocimientos en múltiples contextos, con diversas pruebas y dificultades.

Para mí, el traje de Iron Man representa el mundo del futuro, el trabajo del futuro. Y no vamos a ser capaces de utilizarlo si no adquirimos todas las competencias necesarias.

¿Estamos preparando en las aulas a los alumnos para que se puedan vestir de futuro? ¿O les estamos vistiendo con los mandilones de las fábricas del pasado?

El tejido del traje del futuro está hecho de competencias.

Y en las aulas aún seguimos con la cantinela de los contenidos…Obsesionados por los resultados de los ranking de las pruebas externas, reforzamos la enseñanza de los contenidos necesarios para subir en los ranking… para satisfacer… ¿a los padres/clientes?

Ayer, almorzando con unos amigos a los que les contaba algunos ejemplos brillantes de educación de vanguardia en algunos colegios de Madrid que precisamente se hallan en zonas más periféricas e incluso educativamente difíciles, me hicieron una observación muy acertada:

Hacer una educación disruptiva, innovadora y de vanguardia como la que se necesita para educar preparando para el futuro, sólo se puede hacer en ese tipo de colegios que tienen ya tantos problemas de fracaso escolar y abandono escolar que los padres permiten cualquier iniciativa que mejore esa situación. Mientras que si intentas innovar, innovar de verdad, en un colegio donde las cosas van aparentemente bien, se puede organizar la marimorena. Los padres no te van a dejar. Todos: padres, directivos de colegios y profesores tienen miedo a hacer una cosa diferente a “lo que se ha hecho siempre”. Sobre todo porque supone salir de la comodidad de la rutina y si surge algún problema o queja, porque al innovar siempre se cometen bastantes errores, entonces te has caído con todo el equipo. Se retrocede a “lo de antes” y se acabaron los “experimentos” que de modo muy irónico te piden que los hagas con cocacola.

Y mientras experimentamos con cocacola los alumnos se pierden su futuro.

Hay un colegio que en sus autobuses anuncia “Tu hijo no va al colegio en este autobús. Va al futuro”

¿Contenidos?, ¡Competencias! Eso es lo que nos hace falta enseñar. Precisamente porque no tenemos de idea de cómo va a ser ese futuro. El futuro ya no es lo que era. El tejido del traje del futuro está hecho de competencias que permitan afrontar el futuro que sea.

Antes, el futuro era más predecible, ahora sólo basta pensar que a las nuevas generaciones les sorprende, ¡alucina! que hayamos vivido sin móviles -que sólo llevan en el mercado 16 años-, que hace 8 años que nacieron las redes sociales,  que hace 6 años no existían las tablets, ni los iPads …Ahora hay un 15% de la población activa que trabaja en puestos como el de Community Manager, que hasta hace 5 años no existía…

Hay muchas cosas de las películas de ciencia ficción que las veremos hechas realidad, igual que hemos visto hecho realidad muchas de las invenciones propuestas en los libros de Julio Verne, pero lo que nunca podrá pasar es lo que aparece en este vídeo de la película “Matrix” donde Trinity aprende a pilotar un helicóptero en 3 segundos mediante la introducción en su mente de un manual!! ¡De unos contenidos sobre cómo pilotar un helicóptero!

No!!! Porque lo importante no son las clases de las teorías de vuelo, sino las horas de vuelo, para adquirir las competencias que van anejas como saber comunicarse con el equipo, resolver problemas, autoevaluarse, aprender a aprender,…

“El mundo actual requiere de sujetos que sepan cómo hacer las cosas (know how) más que de entes que únicamente repliquen procedimientos.” (Silva, 2008)

Las competencias nos acompañan durante toda la vida haciendo nuestra vida mejor. Una persona competente es más feliz porque hace muchas cosas con menos esfuerzo y disfruta con la satisfacción de las cosas bien hechas. Las competencias sociales y las intrapersonales son las que además hacen que todos los conocimientos técnicos den su fruto más maduro.

Tony Stark adquiere un nuevo set de competencias cuando ya es Iron Man. Tony es un científico e ingeniero brillante y competente, sin embargo, se muestra algunas veces, como alguien arrogante y dispuesto a que el fin justifique los medios. Esto lleva a conflictos personales con la gente que le rodea, tanto en su identidad civil como en la comunidad de superhéroes. Poco a poco va aprendiendo a trabajar en equipo, a adquirir competencias sociales que le hacen aún mejor.

El traje no hace al super héroe. La realidad aumentada que proporciona el traje no sirve de nada al que no tiene las competencias oportunas.

Sin competencias, el traje de Iron Man, en vez de dar este resultado:

iron-woman2

Puede dar este otro:

iron-woman

Y eso es algo que no queremos ni para nosotros ni para nuestros hijos.

 

Elena Jiménez-Arellano

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