DEMASIADO PAPELEO Y POCO TIEMPO PARA CONVERSAR
En la película RADICAL hay una escena que me cautivó: es la conversación entre el profesor y uno de sus alumnos cinco minutos antes de que empiece la primera clase y llegue el resto de los alumnos. Una potente conversación que ocurre en 5 minutos.
Cada vez que imparto una formación al profesorado ya sea sobre metodologías de cooperativo, proyecto Zero de Harvard o educación emocional, algún profesor comenta: “sí, muy interesante, incluso importante todo lo que cuentas, pero no tenemos tiempo para aplicar esto”. Los profesores estamos cada vez más liados con horarios cada vez más intensos, muchos alumnos en el aula, aprender la digitalización de los contenidos, las notas, … Tenemos una vida de trabajo muy intensa, con unos horarios apretadísimos, entramos y salimos de clase como un rayo. Un día en clase vemos a un alumno con una cara…, o nos contesta de una forma brusca o se recuesta sobre la mesa sin querer trabajar. Sabemos que pasa algo, pero no tenemos tiempo.
No tenemos tiempo para conversar con nuestro alumno.
El caso es que, Sergio Suarez, un profesor sin tiempo como nosotros, del colegio de Matamoros, tiene una magnífica conversación en cinco minutos con uno de sus alumnos. La conversación arranca con una pregunta del alumno que podría parecer trivial, pero es un momento donde el alumno se abre a la confianza y es una ocasión tan buena como cualquiera para comenzar una conversación “a fondo”
–“Profe, nos dijo que podríamos preguntarle de cualquier cosa ¿eso es verdad?, ¿qué puedo hacer para gustarle a una chica?”
No es la pregunta que le profesor esperaba de un alumno que parecía perdido del todo y que en pocos meses ha visto como iba desarrollando su interés por las materias y el aprendizaje. El profesor se mete en su pregunta y sin darle respuestas simplistas, ni consejos, le invita a verse como persona y no como un niño “etiquetado” como inútil. No hago spoiler de la conversación, vean la película.
Comienzan a llegar los otros alumnos a clase y para rematar la conversación, D. Sergio le dice “Nico, Te doy este folleto que le puede interesar a Paloma para que puedas hablar con ella” mientras le dice esto, toma la mochila del alumno para meter el folleto.
Y llega el momento de la película que yo encuentro magistral: se encuentra con la resistencia del alumno que le pide que no abra su mochila.
Como conté en el post anterior el pueblo fronterizo es un centro de reparto de droga. El hermano de Nico está a las órdenes del capo local. A pesar de no gustarle el trabajo no tiene otro remedio que trabajar así para sobrevivir sin padres. Usa a su hermano Nico como transportista y efectivamente la mochila está llena de droga que nuestro alumno transporta sin querer saber lo que lleva.
En ese momento, el profesor, en vez de abrir la mochila, -acción que hubiera sido casi un movimiento automático para cualquier profesor-le plantea:“Mira, tienes dos opciones”: señala el folleto, indicando el posible futuro lejos de ese mundo, estudiando lo que le gusta y con la niña que le gusta y le señala también la mochila, con todo lo que el niño sabe que implica esa vida. Y le pregunta“¿Y tú quien quieres ser?”
Durante muchos años hemos sido educados y hemos educado de esta manera: explicando el camino. “Haz esto así”, “En este caso lo que hay que hacer es…” “Cuando te pasa eso lo mejor es actuar asi…”
El acompañamiento que hace el profesor es al pensamiento del alumno, para que él mismo vaya descubriendo lo que hay en el tema que propone, lo que puede hacer y al final lo que quiere hacer. No se dan consejos, pautas ni recetas. Se escucha y se confía en el alumno. Porque el alumno es libre e inteligente. Se le acompaña por su camino, no por el nuestro.
¿Es un camino largo? sí. ¿Es un camino difícil? sí. ¿Requiere el tiempo que no tenemos? sí y no: si educamos con este enfoque en mente, no se requiere mucho tiempo, requiere escuchar y confiar en que el alumno es capaz de encontrar sus respuestas.
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Elena Jiménez-Arellano