SER FELIZ “TODO EL RATO”
Vivo cerca de un colegio y hace un par de semanas presencié cómo un niño de unos 10-11 años (5º de primaria) le decía a su madre: “¡mira cómo va de contento ese enano!” (se refería a un niño de unos 4 años que iba correteando hacia el colegio y saltando a la pata coja ¡feliz! con su baby sobre el uniforme) “espera a que llegue a primaria…¡se va a enterar!”
Se me congeló la sangre.
¿Qué estamos haciendo para que un niño de primaria sienta eso del colegio?
En este artículo (1) he leído que en el Reino Unido ya han puesto “clases de felicidad donde se enseña al niño a vivir porque no quieren ser fábricas de examinar”. Discrepo en un tanto y apruebo en otro.
Discrepo, porque pienso que toda la jornada escolar debería ser entera de clases de felicidad, de enseñar a vivir. Hace ya mucho que quedó obsoleto el dicho de “la letra con sangre entra”. No quiero decir con esto que se trata de que ahora los profesores tengan que “tener motivados a los alumnos” o peor que tengan que “bajar el listón”. No. Lo que digo es que un niño tiene que ir feliz al colegio y estar feliz en el colegio aunque “las mates se le den mal”.
Hay un vídeo por las redes que muestra como le ponen un falso detector de mentiras a un niño de 6 años y le preguntan si le gusta el cole. Cuando contesta que sí se encienden todas las alarmas del falso detector. Entonces el niño contesta que el cole no le gusta porque no se le dan bien las mates.
Mal asunto, porque a él no se le dan bien las mates, a otro la educación física, a otro la lengua… Por lo que casi todos los niños, por no decir todos, porque incluso los superdotados no lo están para todas las áreas, tendrían motivos para estar frustrados y a disgusto en el colegio.
O cómo dice Javier M. Valle:
No se trata de ser blandos o de hacer el payaso para que nuestros alumnos rían mientras aprenden algo difícil o costoso. Se trata de re enfocar el sentido último de la educación.
Para eso es muy importante que nos formulemos esta pregunta, la meditemos despacio y nos respondamos: ¿Para qué educamos?
Gran parte de mi trabajo como consultora de estrategia de centros educativos consiste en hacer reflexionar a los colegios sobre su misión. Todos los colegios enseñan “lo que manda la ley” pero cada uno lo hace a su manera: con su enfoque conforme a su misión. O así debería ser. Porque lo que pasa a veces es que no tienen enfoque y entonces van dando tumbos.
Mas importante es entonces que reflexionemos sobre LA GRAN MISIÓN: ¿Para qué enseñamos? ¿Cuál es el último fin de nuestra labor educativa?¿Para qué me levanto cada mañana y voy al colegio a trabajar? ¿Qué es lo que hacemos en este colegio? ¿Qué cosa es lo que hace que yo vaya feliz al cole? (y me lo pregunto siendo un profe o un directivo del colegio) ¿para qué tantas luchas y tantas energías empleadas?
Cada uno debe hallar su propia respuesta y a la vez cada colegio tiene que tener su respuesta corporativa.
Mi respuesta desnuda es Educamos para la vida.
Por lo tanto es cierto que ya no hace falta ser un reproductor de datos memorizados. Ya tenemos Google a nuestro alcance que nos lo dice todo. Educamos por tanto en competencias (que siempre se adquieren con los conocimientos, las competencias no se sostienen en la nada).
La UE dice que las competencias clave son una combinación de habilidades, conocimientos, actitudes y aptitudes que incluyen una disposición a aprender. Traduce sus 8 competencias en tres ámbitos competenciales cruciales para la vida:
– Desarrollo personal y satisfacción psicoafectiva. Las competencias clave deben permitir a las personas perseguir sus objetivos individuales, guiados por aspiraciones e intereses personales y del deseo continuo de aprender a lo largo de la vida. Competencia de inteligencia emocional intrapersonal y social, autoestima, autoexigencia, valores, principios éticos,
– Desarrollo social, ciudadanía, convivencia. Competencias social, cívica y ética. Competencias emprendedora y sentido de iniciativa.
– Empleabilidad, desarrollo profesional. Competencias linguística, matemática, científica, digital, ganas de seguir aprendiendo toda la vida …Porque las profesiones que la mayor parte de nuestro alumnos ejercerán no existen hoy en día.
Educando así, con este enfoque competencial, les hacemos felices, porque les hacemos mejores personas. Les hacemos sentir felices -aunque “no se me den” las mates-, les permitimos aprender a ser felices -aún cuando haya cosas más difíciles o duras o las cosas vengan mal dadas-, les enseñamos a ser personas felices -ahora y en el futuro-.
Y aquí es donde apruebo lo que dice ese artículo sobre “la clase de la felicidad”: hay que replantearse muchas cosas: la metodología con que enseñamos en primer lugar, pero también el modo en que evaluamos: esos exámenes y esos deberes que sólo pretenden que recordemos unos datos y seamos capaces de reproducirlos por escrito.
Al poner un examen estamos indicando la cosa a la que le damos importancia ser sabida. Acabamos de ver cómo queremos dar importancia a muchas más cosas que los meros conocimientos en abstracto que se preguntan en un exámen. Por eso, los exámenes no sirven para valorar lo que queremos que se aprenda en la escuela. Los exámenes sólo evalúan conocimientos aislados y descontextualizados. Y los actuales deberes tampoco.
Estoy de acuerdo con lo que dice Sir Anthony Seldon (el director del Wellington College que ha implantado la asignatura de la felicidad) sobre la disyuntiva aprendizaje de contenidos- competencia emocional . Sir Anthony dice:”El Gobierno del Reino Unido y otros de todo el mundo están cometiendo un error al plantear una disyuntiva entre los resultados académicos y la buena salud mental y el bienestar de los estudiantes. Las buenas escuelas son las que logran combinar ambas cosas“.
Para combinar ambas cosas está el #aprenderxcompetencias.
Y para #aprenderxcompetencias hay que evaluar por competencias. Y para eso no sirven los exámenes y tampoco esos deberes descontextualizados que consisten en la repetición de contenidos.
Si, ya lo sé, me lo estoy cargando todo, todo. Pero ya llevo tiempo diciendo que hay que revolucionar la enseñanza y el cambio de paradigma ha de ser total. Y para que no sea destruir por destruir, tengo propuestas. No son solo mias, están refrendadas por múltiples organismos (desde la UNESCO hasta la OCDE y la UE) y por los magníficos resultado de muchos colegios que ya lo están poniendo en marcha.
Mi propuesta para eliminar los exámenes de conocimiento como único elemento evaluativo es usar rúbricas en cada clase. Como ya me he extendido demasiado en este post, hablaremos de las rúbricas en la próxima entrada.
Elena Jiménez-Arellano Larrea
(1) http://www.abc.es/familia-educacion/20150303/abci-aula-felicidad-201503031947.html
Totalmente de acuerdo…….pero, cuando veremos ese tipo de enseñanza?. No implicaría un trabajo más creativo para los profesores? Pero en resumen mas trabajo. Estarán dispuestos?
¿Para cuando? Cuanto antes mejor. Ya hay muchos pioneros y no queda mas remedio que lanzarse a la piscina de las competencias. Quien no lo haga se va a quedar con el colegio vacío.
Claro que supone un trabajo nuevo para los profesores, pero es muy satisfactorio ver los resultados tan rápido.
Cuando se implican en este tipo de aprendizaje por competencias los profesores se motivan mucho al ver a los alumnos tan contentos y tan “productivos”