LAS CONTRACTURAS DE LA EDUCACIÓN EN ESPAÑA
Hace unos años, para curarse de un esguince en el tobillo era preciso estar dos meses con una férula y recibir masajes del fisioterapeuta. Yo creía que la cosa seguía así hasta que un día se esguinzó mi amiga Julieta. Como es muy moderna y muy responsable con su trabajo, fue a un fisio que según me contó le dio “un puñetazo en el pie” y salió andando. Lo de que salió andando es verdad porque al día siguiente estaba en la ofi como si nada. Eso sí, con el tobillo de todos los colores del arco iris.
Cuando una persona tiene una contractura hace movimientos forzados para evitar usar los músculos dañados lo que le lleva a otras contracturas.
La educación en España está como un cuerpo contracturado por muchas partes. Se han ido sobrecargando distintos músculos. Se ve en la desmotivación tanto de profesores como de alumnos. Hay tensiones y los movimientos son tan forzados que a veces un profesor no sabe dar una explicación a un padre de los porqués de una determinada acción que “siempre se ha hecho así”.
Las contracturas educativas nacen de un mal movimiento. Cada vez que llega una nueva ley educativa cambian muchas cosas además de los contenidos de los libros de texto: cambia el modo de evaluar, la distribución horaria de las asignaturas, la metodología de enseñanza incluso los espacios educativos.
Esto significa que hay que reestructurar plantillas, cambiar la asignatura que se imparte, enseñar de otra manera, hacer obras de infraestructura…
Todo esto, además de un elevado coste económico, supone un desgaste enorme en el profesorado que sufre inseguridad en su puesto de trabajo e inseguridad en “lo nuevo” que se pide y no sabe cómo hacerlo.
El resultado son las contracturas: cada profesor hace unos cambios sobre lo que venía haciendo que suelen suponer añadir nuevas cosas a lo antiguo: más pelotitas en el aire del malabarista que es el profesor. O peor, un subrayado en fosforito de los contenidos “básicos” sobre los viejos apuntes amarillentos.
La actual parálisis de la LOMCE, añade, al dolor de la contractura, el de la incertidumbre. Al contrario de lo que dicen algunos medios -de que cómo no se va a poder ejecutar, es una decisión sin efectos- afecta profundamente al sector educativo. La incertidumbre no es buena. Parar una ley que lleva implantándose dos cursos supone un caos educativo. Los colegios se preguntarán y ahora ¿qué hacemos? ¿Cuáles de las cosas implantadas permanecerán y cuáles no?
Javier Gomá en su libro “Razón Portería”:
O como respondió Richard Vaughan a un periodista que le decía: “¿cómo se planteó usted su misión de enseñar inglés?”, Richard le contestó:
Esta imagen ha sido cedida por Juan Pablo Sánchez
Ahora, si nos quitan la ley actual ¿Seguimos haciendo un único examen escrito que se pondera del 70 al 100% de la nota final de una asignatura, para valorar el aprendizaje del alumno?
Además apareció el feedback positivo: se subrayaba en boli verde los aciertos del alumno. Lejos quedaban esos días donde sólo usamos boli rojo porque sólo dábamos feedback negativo. Como dijo alguien una vez y yo tuiteé:
Con todas estas contracturas, y otras que dejo para otro post, la educación no está con su mejor cara. Hay que ir al fisio para recuperar movimiento natural y la flexiblilidad. El fisio nos ofrecerá férula más masaje o puñetazo.
Sería la mejor de las soluciones, pero no está exactamente en nuestra mano. Aunque creo que algo sí podríamos hacer solicitando a nuestros políticos por todos los medios posibles, unidos a otras personas con la misma preocupación, con las patronales de colegios, etc, que firmaran este pacto. #PactoEducativoYA
Te recomiendo ver este vídeo donde la profesora Ana Mangas explica la belleza de la escuela que es posible innovando.
Elena Jiménez-Arellano
Hola Elena. Estoy totalmente de acuerdo de esta triste realidad: estamos los profesores llenos de contracturas y la situación actual política desanima a los jóvenes docentes como a los veteranos. Desanima por el mareo que tenemos, la incertidumbre (¿habrá o no selectividad…?)…y un largo etc.
Pero por lo menos desde la inspección educativa – que están tan desnortados como los docentes – están dejando cierto margen de libertad. Libertad que se está usando para intentar hacer proyectos innovadores que mejoren la realidad docente. Todo un reto y por tanto una ilusión. Ojalá seamos muchos los que veamos así estas ganas de cambiar de una vez el mundo docente.
Otro tema, de cara a ese gran pacto educativo: no le veo futuro si no se suma el gran dinosaurio docente: La universidad. Ellos siguen a su rollo aunque echan pestes de lo que les llega.
Gracias Borja por tus comentarios siempre tan enriquecedores. Imprescindible para el pacto educativo la presencia del dinosaurio docente de la Universidad. Me ha encantado el símil. Aún así, creo que -tal y como ya estáis haciendo en mucho colegios con mucha valentía- si innováis en metodologías activas y contextualizadas, la universidad dejará de quejarse de sus alumnos y serán los alumnos los que se quejen de tener una universidad tan “dinosaúrica”. Allí si que las reformas consisten en meter las mismas materias en 4 años en vez de cinco. Por eso ahora están en pánico pensando que los grados van hacia 3 años.