LA MALDICIÓN DE PISA… Y DE LOS EXÁMENES
“Paloma torcaz mata a cinco hombres”. Así era el llamativo titular de la no menos llamativa noticia que contaba el caso de cinco hombres que murieron, uno tras otro,…¡ por intentar rescatar a una paloma de un pozo!
Luis Muiño en un simpático artículo[1] que el cerebro además del modo automático (rápido) y el modo analítico (lento) de toma de decisiones, existe un tercer modo, que es el modo conmutador, donde tras un pequeño análisis cada uno escoge si decidir del modo rápido o del modo lento. Comenta que cuando no se hace bien ese análisis, por falta de reflexión, es cuando se actúa de modo impulsivo y se hacen tonterías.
La semana pasada decía que una de las cosas que afectan al hombre de hoy cuando actúa arrastrado por las emociones, es no dedicar tiempo para pensar, no pararse a reflexionar. Esto según Muiño puede llevar al ser humano a hacer muchas tonterías.
Si hay algo que requiera de nosotros educadores, un poco de nuestro tiempo para reflexionar y no hacer tonterías por funcionar “en automático”, es la educación y el modo de impartirla.
Por eso hoy os propongo un ejercicio de autoreflexión. Tres puntos llenos de preguntas. para reflexionar con papel y lápiz –que como decía mi “señorita Mer”, mi maestra- es la mejor extensión del cerebro.
Estos puntos de reflexión están escrito para educadores: profesores y padres. Estos últimos no tenéis más que cambiar la palabra “clase” por la palabra “casa”.
Ahí van estas preguntas, tienen miga. Son poderosas porque activan la reflexión.
Coge papel y lápiz, tómate unos minutos y reflexiona sobre el tema. Escribe con detalle lo que puede ser la motivación de tu actividad educativa, de tu vocación a la enseñanza.
Contesta a cada pregunta, que aunque son similares pueden producir respuestas diferentes. Anota todas las ideas que surjan en tu cabeza. Escribe cada idea en un párrafo diferente.
Escribe, escribe, no vale sólo pensar las respuestas. Escríbelas, que luego os propongo trabajar sobre esas ideas.
Y ahora que ya habrás apuntado el para qué van los alumnos a tu clase pregúntate, en otra hoja diferente (no vale la misma por detrás,… no seas tacaño):
Para ayudarte a tu reflexión te copio ahora estas ideas de un artículo de Carlos M. Sánchez en el XL semanal del 16 de Octubre de 2016 “La Educación en 2030”
Relee la cita anterior otra vez. Deja que cale la sensación, identifica la emoción que la lectura de este texto te ha provocado y ponle nombre. ¿Qué has sentido o pensado al leerlo? Escríbelo también en tu papel.
Y responde ahora, en una tercera hoja, una vez metido en tu reflexión personal al tercero bloque de preguntas:
Escribe aquí evidencias de lo que ves en tus alumnos. Lo que ves en tu clase.
Toma ahora las tres hojas de papel y ponlas lado a lado de la siguiente manera para que las respuestas se puedan vincular o relacionar entre sí.
Hoja 2 / Hoja 1 / Hoja 3
Ahora puedes completar con más ideas que se te ocurran a la vista de esta reflexión.
Compara entonces tus ideales educativos y los resultados. Compara las respuestas de la primera pregunta con las respuestas a la tercera pregunta. Sé veraz. ¿Estás consiguiendo esos objetivos que pretendes, esos ideales educativos cómo te gustaría? Haz líneas entre la primera y la tercera hoja en los puntos en los que hay relación. Reflexiona sobre los puntos que no hay relación.
Este ejercicio de autoreflexión lo he repetido algunas veces en los cursos que imparto y he observado lo siguiente: a las primeras preguntas ¿para qué van los alumnos a clase, al colegio? las respuestas expresan motivos muy elevados, ambiciosos y nobles del estilo: “para aprender a ser personas de bien, con valores y críticas, con conocimientos profundos que les sirva para su carrera y su vida”.
Mientras, a la tercera pregunta se dan muchas respuestas que justifican el esfuerzo realizado para… ¡dar servicio a la administración pública y sus leyes y sus burocracias!, es decir, se explica que se ha preparado a los alumnos para tal o cual prueba a la que obliga el Ministerio de Educación o la Comunidad Autónoma más que a preparar a los alumnos para su futuro.
Lo que resulta en la práctica es un maratón por verter los contenidos sobre los estudiantes con escasos logros de aprendizaje y lo que es peor, provocando tedio y un rechazo al aprendizaje.
Las pruebas para hacer rankings de colegios o para medir el nivel del propio, las mismas pruebas Pisa, no hacen sino pervertir la finalidad educativa. Alejan de cada profesor el ideal educativo que lleva dentro y le obliga a prostituirse por unos pobres contenidos. Por eso yo le llamo “la maldición de Pisa”.
Y entonces, me dicen, ¿cómo mides los avances en los aprendizajes de los alumnos? Pues a través de la observación de su desempeño diario y de evaluaciones formativas, que tienen lugar de un modo mucho más relajado, donde además el alumno recibe feedback de sus compañeros y del profesor e incluso de si mismo! Y por tanto hace que el aprendizaje sea más consistente.
Os dejo unos vídeos de unas charlas TED (pinchar en los títulos y se abren) donde se consideran tres factores que podemos incluir en estas evaluaciones sumativas: considerar el error como un aliado del aprendizaje, enseñar para aprender y no para alcanzar una nota y el uso del “todavía no” como alternativa al suspenso.
Cada vez encuentro más poderoso el uso del “todavía no” que nos permite decir a un alumno que de momento no ha alcanzado el nivel que se espera, que aunque aún no lo ha logrado, tenemos la confianza en que puede hacerlo y que debe seguir trabajando en ello. Así les transmitimos un doble mensaje: la resilencia y la perseverancia en el trabajo para alcanzar logros junto con la confianza en sus capacidades unidas al trabajo duro. Dos muy buenos mensajes que les servirán siempre mucho en la vida.
Aquí más: este vídeo del fundador de Alibabá, Jack Ma, que habla de lo importante que es aprender de los errores y arriesgarse a cometerlos.
Respecto a enseñar para aprender, aquí os dejo este otro.
Sal Khan: “Let’s teach for mastery – not test scores”
y de Paul Valèry esta maravillosa cita de lo que supone el amor a las letras, a la literatura y que podríamos extrapolar al amor a aprender.
No tienen desperdicio estas enseñanzas.
Yo ya he empezado a ponerlas en práctica ¿y tú?
Elena Jiménez-Arellano Larrea
[1] http://www.lavanguardia.com/estilos-de-vida/20130917/54386676135/por-que-somos-irreflexivos.html
[2] http://www.educando.edu.do/articulos/docente/evaluacin-formativa/