LA EDUCACIÓN PERSONALIZADA
Hoy he leído esta pregunta en una revista. Y a pesar de que se parece a las tipo: “nunca saldrías de casa sin….”, resulta que la pregunta se las trae.
Es una pregunta a la que se puede ser sincero contestando o hacer trampas. Hace un par de días circulaba por facebook un test para saber que flor eras. Respondiendo lo que yo pensaba me salió “Margarita” y me pareció demasiado corriente. Hice trampas y me salió “Rosa”… pues eso: que somos como somos aunque a veces intentemos aparentar otra cosa.
A la pregunta de ¿a quién sentarías en tu mesa a cenar? se puede contestar con sinceridad: y nos sale la lista de cuatro amigos. Si podemos fantasear un poco contestaremos que invitaríamos a Bruce Willis (pero en su personaje de la Jungla de cristal) para mirarle, a Sócrates -si, si, el filósofo griego, el de las preguntas incesantes, a mi como coach, me encantaría oirle e intentar responder a sus preguntas-, a José Mota para reírme y por supuesto a Javier Gomá para ver cómo se las entendía con Sócrates y disfrutar, disfrutar, disfrutar. O se puede ser pretencioso y mentiroso y decir que a Inés Sastre, Rafa Nadal, Eduardo Noriega y Jorge Drexler, que son muy chic, pero bien conocidos como petardos y nada animadores de una velada encantadora[1].
La educación española, el sistema educativo, los colegios, dicen sentar a su mesa a la educación personalizada, a la educación integral, a las tecnologías, al bilingüismo y a la inteligencia emocional o a las inteligencias múltiples y luego resulta que han forzado sus respuestas. Tanto las han forzado, que leyendo las webs de los colegios todos ofrecen aparentemente lo mismo y al analizar lo que ellos consideran personalizada, tecnología o bilingüismo, resulta que nos encontramos con contenidos de lo más dispar: algunos son tulipanes, otros adelfas, otros lirios,… no hay dos iguales.
Víctor García Hoz acuñó el término presentándolo de la siguiente manera:
“El proceso de asimilación cultural, donde los educadores actúan sobre los educandos aspirando a que se incorporen al mundo y adquieran, el lenguaje, los criterios de valoración, las ideas científicas, las normas de comportamiento y se adapten a los usos y las formas sociales predominantes. En este proceso el educando se hace paulatinamente semejante a los que le educan.
El proceso de separación individual en el que el sujeto va desarrollando sus posibilidades y disminuyendo sus limitaciones y descubriendo las actividades y relaciones más acordes con sus características propias y por lo tanto el educando se singulariza, se va haciendo cada vez más diferente de los que le educan y rodean.”[1]
Sí, a esta conversación educando-educador se le llama en muchos colegios preceptuación o tutoría, y si reúne todas esas características, es decir, si no se limita a una conversación sobre temas académicos, entonces estamos hablando de verdadera educación personalizada.
En mi experiencia puedo aportar que para que esa conversación (en realidad son muchas a lo largo del año académico y más a lo largo del completo proceso de aprendizaje) sea de verdad eficaz debe reunir unos requisitos imprescindibles:
1º Confianza mutua. Silencio de oficio. Lo que se habla en esas conversaciones no se cuenta a nadie. El educador pide permiso para tratar determinadas cosas con los padres si fuera necesario o pide al preceptuado que lo haga él o ella directamente. No se comenta con los demás profesores los temas tratados en la conversación. Así se facilita la apertura y la sinceridad en las conversaciones. Cuando se da esta confianza, el educando está mucho más receptivo a los consejos del educador y dispuesto a estudiar sus puntos de vista.
2º Respeto mutuo. Conocimiento de psicología evolutiva. El educador debe conocer las características de las etapas de crecimiento y desarrollo de sus alumnos. Esto le permitirá un mayor acercamiento y la posibilidad de poder facilitar una ayuda adecuada a la edad, situación personal, familiar, etc. Este conocimiento despertará un respeto mutuo: el educando se encuentra valorado y reconoce el aprecio del educador mostrándole afecto y respeto.
De mi experiencia personal como preceptora contaré un ejemplo muy simpático que ilustra algo el estilo, trasfondo o ambiente de estas conversaciones.
Sucedió cuando se estaba reparando una rampa en la que los baldosines se levantaban. Al acabar el arreglo, hasta que se secase el cemento rodearon la zona con una cinta blanca y roja. Durante el recreo, alguien dibujó con tiza sobre las baldosas el perfil de un cadáver de medio lado, al estilo C.S.I. Hubiera sido muy gracioso si en la operación de dibujarlo no se hubiera escurrido una de las baldosas. Al subir del recreo todo el mundo vió “el cadáver” y se hizo un corrillo de risas hasta que llegó una profesora. Gran revuelo. “¿Quién ha sido? ¿Quién se ha cargado la reparación de la rampa?”. Nadie decía nada y había algunas risitas, pero las caras se iban poniendo serias cuando la profesora informaba que estarían todas castigadas hasta que apareciera la culpable. Decidí tener una conversación con una preceptuada que solía estar implicada en este tipo de affairs y me dijo que ella no había sido, pero que había sido fulanita. Yo le pedí que convenciera a fulanita para que se declarara culpable antes de que castigaran a medio colegio. Lo hizo. Yo no podía decir nada. Mis labios estaban sellados, pero yo sabía quién era la del C.S.I. El C.S.I se declaró culpable y se llevó una reprimenda por estropear las cosas recién reparadas.
En este proceso se pusieron en funcionamiento: confianza, sinceridad, lealtad, fortaleza, veracidad… ¿quién no se apunta a la retahíla de cosas buenas que trae consigo la educación personalizada?
Seguiremos “despellejando” a los demás invitados a la cena: educación integral, bilinguismo, inteligencias múltiples, etc. en sucesivos posts.
Elena Jiménez-Arellano Larrea
[1] Educación Personalizada Victor García Hoz, Ediciones Rialp, 1970, pág. 17
[2] Educación Personalizada Victor García Hoz, Ediciones Rialp, 1970, pág. 19
[3] Filosofía de la Educación Altarejos. F, Naval, C. EUNSA, segunda edición 2004, págs184-187
[1] No lo digo yo, lo dicen en este artículo: http://www.lacosarosa.com/los-famosos-mas-aburridos.html
Yo a mi mesa invitaría a mi familia pues con ellos disfruto de la comida y la conversación.
Y al conversación es la clave.
En la mesa salían cuando eramos pequeños todo tipo de anécdotas del colegio. Mis padres escuchaban… A veces nos decían algo a todos los que estábamos. Otras nos lo decían luego a solas si merecía la pena…
La mesa: qué buen lugar para educar…
Si se pudieran poner likes como en facebook… ¡te llevarías unos cuantos!